El tema de la protección de datos es actualmente una preocupación social cuyos retos y desafíos van más allá del ámbito jurídico. En Europa, la protección de datos personales de los ciudadanos y residentes europeos se ha convertido en un tema político y en una cuestión del estado de derecho de la UE, dando lugar a un ecosistema de regulación sofisticado con la finalidad de convertirse en un estándar de protección. Algunos países han decidido, de manera conjunta o en el marco de la Unión Europea, reforzar su sistema de protección imponiendo automáticamente a las empresas unos requisitos técnicos y organizativos estrictos. En otras latitudes, el dato es primero y ante todo un activo que es necesario valorar y con un gran potencial  para el funcionamiento de algoritmos de machine learning que pueden ser, como bien sabemos, grandes devoradores de datos. No queda más remedio que crear las condiciones para que estas concepciones diferentes puedan coexistir respetando los sistemas de regulación no armonizados entre ellos. De este modo, más allá de las particularidades locales o domésticas,  algunos puntos siguen siendo transversales, como por ejemplo el papel del  consentimiento, la aplicabilidad territorial de Binding Corporate Rules o la gestión de los flujos de datos transfronterizos. Por último, las autoridades reguladoras y las jurisdicciones  han dictado sus primeras decisiones, que permiten cuantificar mejor el riesgo real y elaborar las políticas de compliance.